martes, 29 de diciembre de 2020

Parca - Sepulcros de poetas

 

Tumba en el cementerio central de Viena

Esta crónica parte de la visita a los sepulcros de tres grandes de la literatura del Siglo XIX, José Asunción Silva, Juan Montalvo y Alejandro A. Flórez. Los tres entrerrados en 'segundas exequias' dos en Bogotá y uno en Ambato - Ecuador; dos poetas y un escritor; fueron además diplomáticos, músicos, liberales y luchadores con su pluma. 
Silva es una leyenda urbana, desde su amor por su hermana (con quien comparte mausoleo) hasta la hipótesis de su suicidio se recrean, pasando por su entierro 'en una galería maldita y distante, destinada a los suicidas...' 
Montalvo escribió alguna vez que al Presidente García Moreno 'lo mató mi pluma', corría el año 1875 y el presidente es asesinado antes de reposesionarse. Varias veces extraditado muere en Paris y sus restos (momificados) terminan en su tierra natal después de reposar en Guayaquil.
Flórez era mi bisabuelo, hermano del famoso poeta. 'Alejandro era el poeta de la alcurnia, Julio el poeta del pueblo'. Una emboscada cambia el rumbo de su vida, tres años en El Panóptico (hoy Museo Nacional de Colombia) le obligan a 'autodefenderse' en famosa defensa: "[...]mis frases no podrán tener otra elocuencia distinta á la que surja del sencillo lenguaje de la verdad". 
Un poema de Julio Flórez sirve de prólogo a la crónica.

                José A. Silva

Lejos de las paredes ennegrecidas
que guardan el silencio del camposanto,
lejos de las plegarias, lejos del llanto,
se ven las sepulturas de los suicidas.

De aquellos que, con almas engrandecidas
en luchas misteriosas, sin fe ni espanto,
deshojaron, en horas de hondo quebranto,
como flores siniestras sus propias vidas.

De aquellos que miraron, entre aflicciones,
caer descoloridas, una por una,
como cálices mustios, sus ilusiones;

y que, al fin, á los golpes de infausta suerte,
madre y patria y amigos y gloria y cuna
olvidaron por irse tras de la muerte.
                                 _____
Allí no se ven hiedras ni siemprevivas,
allí no se ven aves ni mariposas;
hasta las mismas auras, que, silenciosas,
van en busca de esencias, huyen esquivas.

Allí no van los monjes, van las altivas
almas que sólo piden sueño á las fosas;
allí van los poetas de arpas ruidosas
y de frentes heladas y pensativas.

Allí no van los monjes vanos y oscuros,
no van allí los miopes de pensamiento,
ni menos los miedosos y los impuros;

allí van… los mordidos por los dolores,
los que muestran los puños al firmamento,
los Prometeos dignos de sus furores;
                        ______
Y allí estás tú, dormido. Cuando caíste
en la calma suprema, lívido y yerto,
se cuajó entre tus labios fríos, de muerto,
una sonrisa amarga, burlona y triste.

¡Grande fué la protesta! ¡Qué bien hiciste
en buscar en la sombra seguro puerto,
lejos de las arenas de este desierto,
y el monótono ritmo de cuanto existe!

!Cómo no huir del campo de la existencia
cuando el hado nos hiere, lleno de encono,
y sentimos el hielo de la impotencia!

!Bien hiciste en matarte! Sirve de abono,
y, á la tierra, fecunda… Si no hay clemencia
para ti, nada importa: ¡Yo te perdono!

Julio Flórez

Los invito a visitar parte de la historia de nuestros antepasados haciendo click en el enlace. 

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Parca 

Pasionarias - Poemas de Alejandro A. Flórez